El monasterio, conocido como "convento caído" por la población, se encuentra a las afueras del pueblo. Desamortizado y abandonado fue saqueado y olvidado hasta su reconstrucción a finales del pasado siglo, acogiendo hoy un centro educativo, una posada y un centro de interpretación del románico.
Se trata de un conbjunto de edificios de diversas épocas, entre los que destaca el claustro románico de transición. Se forma con arcos de medio punto sujetos sobre pares de columnas. Los arcos se agrupan en tripletes que a su vez son enmarcados por otros arcos agudos de mayor tamaño. Los capiteles originales, obras maestras del siglo XII, se trasladaron durante la época de abandono al Museo Arqueológico Nacional.
La iglesia del monasterio es de estilo de transición, con bóvedas ya de crucería. La fachada oeste conserva elementos y formas románicas, con portada y ventanales de medio punto.
Es significativa su estilizada y gran espadaña.