El Eremitorio de San Vicente forma parte del importante conjunto rupestre existente en la Montaña Palentina y en el sur de Cantabria, que tuvo su mayor apogeo en los primeros siglos de la Edad Media. Se encuentra en el camino que conduce a la localidad de Vado, cerca de la confluencia de los ríos Pisuerga y Ribera, en un lugar que invita al paseo y recibe el nombre de Vallejera.
Presenta una gran sala rectangular con varias entradas y toscos vanos, a la que se suma una capilla excavada al este, diferenciada del resto por un escalón, que pudo haber estado cerrada mediante un ábside de mampostería. La ermita está rodeada de una necrópolis, fechada entre los siglos VIII y IX, que cuenta con una veintena de tumbas excavadas en la roca, de tipo antropomorfo, de las que pueden verse actualmente una decena.
La ermita y la necrópolis pudieron formar parte de un pequeño complejo monástico que contaría con otros edificios ya inexistentes. Desaparecida esta comunidad monacal, San Vicente pervivió como ermita hasta mediados del siglo XIX, cuando fue abandonada definitivamente.
La particularidad de esta iglesia rupestre es que aparece documentada como iglesia del lugar de Cervera "foris monte" en el Pacto Fundacional del Monasterio de San Pedro y San Pablo de Naroba (Tollo, Cantabria) del año 818. El singular documento fechado en tiempos del rey Alfonso II de Asturias, convierte a la iglesia cerverana en el único eremitorio rupestre avalado con textos coetáneos al período de ocupación, arrojando luz sobre el fenómeno eremítico.
Un artículo de Esteban Sainz aporta información sobre el eremitorio.